domingo, 3 de mayo de 2015

La evangelización de México (1)

Las misiones Franciscanas son Patrimonio Universal
Hace algunos días, tuve la oportunidad de realizar un viaje por el estado de Querétaro, en México, y conocer uno de los legados más importantes en la historia de mi país, declarado como Patrimonio Universal de la Humanidad desde el año 2003, pero desgraciadamente poco conocidas y muchas veces mal entendidas: las Misiones Franciscanas de la Sierra Gorda, construidas entre 175 y 1760 bajo la dirección del Beato Fray Junípero Serra (quien será canonizado en septiembre de 2015).
Frecuentemente, en los libros de historia, se presenta erróneamente como “la Colonia” al período histórico comprendido entre 1521 y 1821 (tiempo que duró la dominación española en México). No es mi objetivo entrar en una discusión acerca de lo que realmente sucedió en dicho período (pues es tema de un blog de historia mucho más amplio), pero me limitaré a decir un par de palabras al respecto, para así poder evaluar en su justa dimensión el legado de dichas misiones.

El Beato Junípero Serra
Después del Descubrimiento de América, en 1492, por Cristóbal Colón, y ante las diferencias entre los indígenas americanos y los españoles (idioma, costumbres, religión, etc.), se juzgó erróneamente por parte de los conquistadores que no gozaban de la condición racional, justificando de esta forma ser tratados como animales. Este hecho no pasó desapercibido por los grupos de religiosos (franciscanos, agustinos y dominicos) que llegaron a América: estuvieron en desacuerdo con todos los abusos cometidos y contantemente reportaban a sus superiores y a Roma esa conducta inadecuada, pues consideraban que la tarea evangelizadora que se les había encomendado incluía el mejoramiento de las condiciones de vida de los evangelizados.
Ante la insistencia constante, en especial del primer obispo de Tlaxcala (primera diócesis de México), el fraile dominico Julián de Garcés y de fray Bernardino de Minaya (también dominico), el Papa Pablo III revisa la situación de lo que sucedía en América y a través de la Bula Sublimis Deus (1537) declara que, dado que los indios de América poseen la condición de seres humanos, deben ser respetados y no tratados como bestias. Me permitiré copiar unos fragmentos de la Bula:
Cuando [Jesucristo] dijo: "Id y enseñad a todas las gentes", a todas dijo, sin excepción, puesto que todas son capaces de ser instruidas en la fe; lo cual viéndolo y envidiándolo el enemigo del género humano que siempre se opone a las buenas obras para que perezcan, inventó un método hasta ahora inaudito para impedir que la Palabra de Dios fuera predicada a las gentes a fin de que se salven y excitó a algunos de sus satélites, que deseando saciar su codicia, se atreven a afirmar que los Indios occidentales y meridionales y otras gentes que en estos tiempos han llegado a nuestro conocimientos -con el pretexto de que ignoran la fe católica- deben ser dirigidos a nuestra obediencia como si fueran animales y los reducen a servidumbre urgiéndolos con tantas aflicciones como las que usan con las bestias.
Prestando atención a los mismos indios que como verdaderos hombres que son, no sólo son capaces de recibir la fe cristiana, sino que según se nos ha informado corren con prontitud hacia la misma; y queriendo proveer sobre esto con remedios oportunos, haciendo uso de la Autoridad apostólica, determinamos y declaramos por las presentes letras que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor, [asimismo declaramos] que dichos indios y demás gentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a través de la predicación de la Palabra de Dios y con el ejemplo de una vida buena, no obstando nada en contrario.

De esta manera, los evangelizadores tenían herramientas para defender a los indígenas de los abusos cometidos por parte de algunos de los españoles y tenían mayor libertad para evangelizar y mejorar la condición humana de los indios. Dicho sea de paso, la clásica visión de “la Cruz junto al cañón” (evangelizar por medio de la fuerza o violencia) no es exacta en modo alguno. Sin negar que se cometieron algunos abusos en este proceso, en realidad fue la Iglesia quien defendió y promovió los “derechos humanos” (recordemos que la noción de derechos humanos es posterior a esta época) de los indios.
La Corona Española, por su parte, le dio la categoría de “Territorio de Ultramar” a la Nueva Española, de tal forma que no era una “colonia”, sino una “extensión” del territorio peninsular, gobernada por el Rey a través del Virrey. Entre las normas emitidas por la Corona relacionadas con este punto están las siguientes:
·         Las Indias Occidentales se incorporaban a la Corona de Castilla, siendo el derecho castellano el que debía regirlas cuando en la ley india hubiera algún vacío legal.
·         Las leyes de los indios deberían respetarse siempre y cuando no fueran irreconciliables con la legislación hispana.
·         Las autoridades podían no acatar alguna regulación de la Corona española cuando ésta no resultara conveniente en su aplicación (el conocido “obedézcase pero no se cumpla”).
·         En cuanto a la conquista de nuevos territorios, debía hacerse previo requerimiento pacífico y, en todo caso, no debía esclavizarse a los indios ni tratárseles mal, lo cual debería ser certificado por clérigos.
·         Por increíble que parezca, una de las normas estipulaba una jornada de trabajo de 8 horas con dos de descanso (mucho más justa que la Ley Federal del Trabajo en México)
Si bien las leyes no se cumplieron en su totalidad, los frailes, sacerdotes, obispos constantemente denunciaban los abusos y defendían a los indios en contra de las injustas e ilegales agresiones.
En este contexto (del cual sin duda puede hablarse mucho más) se da la evangelización de América, en donde más que una imposición de la fe, se logró hacer una síntesis entre la cultura de los indios y la religión, expresadas tanto en lo artístico (el llamado “barroco mexicano”, que es el barroco con elementos indígenas), como en lo religiosos: no olvidemos que los misioneros les enseñaban el español pero primero aprendían la lengua del pueblo indígena, enseñaban y oraban en dicha lengua, algunas formas de religiosidad popular tienen sus orígenes en las costumbres indígenas (como los danzantes) y, tal vez uno de los ejemplos más claros, Santa María de Guadalupe como la Evangelizadora de América, pues en su iconografía expresó la fe cristiana en el lenguaje que los indígenas pudieron entender.
Un ejemplo del barroco mexicano, en Jalpan de Serra, Querétaro
En próximas entradas hablaré sobre las Misiones Franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro, la gran figura de los Evangelizadores como Fray Junípero Serra y algunos elementos importantes de la evangelización en la Nueva España.


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2 comentarios:

  1. Mi hijo estudió en un colegio de Madrid llamado Fray Junípero Serra.
    Me contentas que vengas de nuevo por estos rumbos Toño.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Así es Manuel, después de mucho tiempo de inactividad regresamos. Realmente es grande el legado de Fray Junípero (y tantos misioneros europeos, especialmente españoles) en América.

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