lunes, 30 de noviembre de 2015

Espera gozosa




Cuando una madre está encinta, es todo un acontecimiento. No sólo porque está a la espera de una nueva vida y es partícipe de la obra creadora de Dios, sino porque debe prepararse adecuadamente para ello. No sólo la familia decora el cuarto y van comprando ropa, juguetes, muebles, etc. para recibir al nuevo integrante de la familia, sino que ella misma se prepara de forma rigurosa, pues debe abstenerse de ciertos alimentos y hábitos, como la sal, bebidas alcohólicas, cigarro, además de que debe tener una dieta especial, balanceada, rica en nutrientes, en calcio consumir ácido fólico, acudir seguido al médico, evitar automedicarse, hacer ejercicio moderado, entre otras cosas. A pesar de los sacrificios, ella lo hace con gozo, pues vale la pena porque la recompensa será grande.
¡Qué grosero soy! Debí haber comenzado felicitándote, querido lector por el inicio del año nuevo. No, no estoy equivocado. No busques en qué cultura extraña se festeja el inicio de un nuevo año. Es muy simple, con el Adviento, comienza el Año Litúrgico.
Voy a hablar muy breve del Año Litúrgico: se trata del “calendario” que sigue la liturgia (Cfr. El idioma de Dios). Comienza con el Primer Domingo de Adviento y concluye con la Solemnidad de Cristo Rey. Su eje es el Domingo de Resurrección, que le da sentido a nuestra fe (“Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe”, 1Co 15,14). A lo largo del Año, celebramos los grandes Misterios de nuestra fe, a través de cinco tiempos litúrgicos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y el Tiempo Ordinario.
La Navidad, donde celebramos el Nacimiento de Cristo y la Pascua (volvemos a vivir su Pasión, Muerte, Resurrección Gloriosa y su Ascensión a los cielos) están precedidas por dos tiempos importantes de preparación: el Adviento y la Cuaresma. Aunque ambos son considerados tiempos penitenciales y de preparación, en los que predomina el color litúrgico morado (el de la penitencia), los dos tienen un tono distinto. Mientras que la mortificación de la cuaresma es más larga y busca unirnos con la Pasión del Señor, el Adviento es más breve (cuando mucho 4 semanas) y es más como la preparación de una mujer embarazada.
Así como la mujer embarazada debe abstenerse de ciertas cosas y realizar otras para recibir a su hijo, la Iglesia (que te recuerdo que la integramos todos los bautizados, no nada más los sacerdotes y obispos) también se prepara para recibir al Salvador, haciendo pequeños sacrificios, realizando obras de misericordia, incrementando la oración, frecuentando el sacramento de la confesión, aumentando su oración y siguiendo el ejemplo de las tres grandes “voces” del Adviento: La Virgen María, San Juan Bautista y el Profeta Isaías.
Durante los 4 domingos de Adviento, escucharemos constantemente “enderecen sus senderos”, “preparen los caminos”, “velen y oren”, “allanen los montes”, “arrepiéntanse”, “prepárense para comparecer ante el Hijo del Hombre”. Porque nos preparamos no nada más para recibir “simbólicamente” a Jesús en la Navidad. Nos preparamos para recibirlo en nuestro corazón y, en especial, para la última venida, donde vendrá con toda su gloria, pero sobre todo, donde nos encontraremos cara a cara con Él.
Las primeras comunidades cristianas tenían una exclamación para esto: “Maranathá”, que literalmente significa “El Señor viene” (1Co 16,22). Para ellos, la venida de Cristo (que representaba el final de los tiempos, no representaba algo a qué temerle, sino un evento gozoso, el encuentro con el Señor que significaría el triunfo definitivo sobre el pecado y sobre la muerte, y por eso estaban ansiosos de que llegara. Se preparaban con una vida recta, intensificando la oración y la penitencia.
Ante la violencia, la desigualdad, la injustica, las voces de Isaías y de san Juan Bautista siguen resonando con fuerza, invitándonos a la conversión del corazón. Quejarse de la injusticia, publicar hashtags y poner filtros en la foto de perfil de Facebook no ayudan mucho en la preparación para recibir a Cristo.
Construir su Reino es responsabilidad de todos, no sólo de los dirigentes políticos. El Reino se construye en el día a día, por cada uno de nosotros. No es sólo “hacer”, sino también orar. Separar la vida interior de la labor social es uno de los más grandes errores. No somos activistas de causas sociales, somos la Iglesia que sabe descubrir en el hermano a Cristo hambriento, sediento, desnudo, sufriendo injusticia, y por amor a Él atiende esas necesidades.
Este año que comienza, sería una excelente preparación que no sólo vayas y compres todo lo necesario para la cena, las posadas, el árbol, el nacimiento, y compres unos carísimos regalos. Regala tu tiempo a tu familia, convive con ellos, pongan juntos el árbol y el nacimiento, preparen una auténtica posada cristiana, preparen un extra de comida en la cena de Navidad que puedan regalarle a algún necesitado, compra regalos para los indigentes, dale un sueldo justo a tus empleados, regálale una despensa a la señora que hace el aseo, o al que limpia tu oficina. Acércate a la confesión, aprovecha que el Año de la Misericordia comienza, reza el Rosario en familia, acude a Misa con frecuencia. Si haces esto, estarás ayudando más que con un hashtag y habrás comprendido que el Adviento es una espera gozosa que se comparte.

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martes, 17 de noviembre de 2015

Todos somos nazarenos


La solidaridad, la empatía, la tolerancia y encontrar puntos comunes entre las personas (en vez de resaltar las diferencias), son las mejores armas contra la intolerancia y el fanatismo. Quisiera, en esta entrada, hablar brevemente acerca de la situación apremiante que vive la cristiandad por la opresión del Estado Islámico.
No me refiero a los lamentables sucesos del viernes pasado (los atentados terroristas que según cifras oficiales cobraron 129 vidas en París, Francia), ni a la respuesta armada de Francia ante esto, sino al sistemático asesinato de cristianos (católicos y ortodoxos principalmente) en la zona de Irak, Siria y Líbano (no olvidemos que el ISIS está presente también en África y Asia), territorio de arraigada tradición cristiana: 
  • San Pablo se convirtió en Damasco
  • A los cristianos se nos comenzó a llamar así en Antioquía (Hch 11,26)
  • Siria fue evangelizada por san Pablo y san Bernabé
  • En Antioquía de Siria es donde se gestan los inicios del "Concilio de Jerusalén" (sobre si los cristianos debíamos someternos a la ley de Moisés, Hch 15,1-35).
  • Se cree que el evangelio según san Mateo fue redactado en Antioquía.
  • Antioquía de Siria fue sede de unos de los grandes Patriarcados de la Iglesia Primitiva.
  • Uno de los grandes Padres Apostólicos tuvo su sede en Siria (san Ignacio de Antioquía, obispo que escribió siete bellas cartas llenas de profundidad teológica y que fue martirizado en el Coliseo devorado por los leones por orden de Trajano alrededor del año 110).
  • También de esta región fue el diácono san Efrén, Padre y Doctor de la Iglesia (muerto en el 373, conocido como el arpa del Espíritu Santo).
  • Es la sede de ritos tan antiguos como valiosos: antioqueno, siríaco, maronita,  caldeo, copto, por citar algunos.
  • Es cuna de grandes santos como los ya citados san Ignacio de Antioquía y san Efrén, san Charbel Makhouf, san Marciano de Siria, san Isaac el sirio (conocido también como san Isaac de Nínive).
  • Siempre ha sido tierra de numerosos mártires, pues a lo largo de las diversas invasiones, frecuentemente los cristianos han sido perseguidos y martirizados (tal vez la última gran matanza ocurrió durante la Primera Guerra Mundial).
San Ignacio de Antioquía
Hoy en día, los cristianos sirios sufren persecución y muerte derivados de su fe en Cristo. Dado que la ONU define al genocidio como actos "perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal", con todo derecho podemos clasificar a esta persecución con todas las letras: es un genocidio (hay una petición al respecto). 
Independientemente de las motivaciones económicas y políticas que este movimiento persigue (no es el punto a tratar), su intención es aplicar una interpretación radical del islamismo. No representa ni lejanamente a todos los musulmanes, por lo que no es correcto confundirlos. 
He intentado localizar cifras acerca del número de civiles muertos y desplazados, pero tal parece que los organismos internacionales no están interesados en ello (ONU, Amnistía Internacional, por citar algunos, no tienen cifras disponibles).  Es un hecho también que realizar un cálculo es sumamente difícil (la dispersión de la población, la falta de un censo de víctimas, etc.). Los datos que pude encontrar son que en el año pasado alrededor de 94,00 civiles fueron muertos en Irak y 1.8 millones fueron desplazados; en tanto que en Siria (hasta abril 2014), alrededor de 191,000 civiles habían muerto. Un estudio de BBC indica que tan sólo 5,000 personas murieron en noviembre de 2014 (un promedio de 7 muertos por hora).
En Mosul, Irak, ya no hay cristianos. El ISIS persiguió, expulsó, convirtió o ejecutó a la minoría caldea (católicos y ortodoxos) presente. Marcaba sus puertas con una letra árabe, la “nu” (n) de “nazareno”, para identificarlos y darles a escoger entre conversión, huía o martirio. En Irak, los musulmanes (sí, musulmanes), fueron más allá de una publicación en redes sociales: en sus casas escribieron también esa letra, como apoyo a los cristianos (arriesgaron la vida con ello), pues, como lo indiqué, el ISIS no representa el sentir de la mayoría musulmana. Derivado lo anterior, en redes sociales algunas personas comenzamos a cambiar nuestra foto de perfil por la “nu” como denuncia del genocidio y apoyo a los cristianos perseguidos, pero hubo poca participación (supongo que más por desinformación que por desinterés).
El pasado mes de abril, en España, se celebró un Congreso llamado “Todos somos nazarenos”, con el siguiente manifiesto:
  • Condenamos todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión.
  • Denunciamos la actividad criminal de estos grupos yihadistas, que utilizando la excusa de la religión, atentan contra los derechos humanos, violan, asesinan y torturan a las minorías religiosas del Próximo Oriente, aniquilan sus vidas y sus propiedades, y cercenan la libertad religiosa de todos, cristianos y musulmanes.
  • Animamos a los Gobiernos de los países donde actúan a combatir el terrorismo con energía y decisión y reclamamos a la comunidad internacional que colabore de manera urgente en este combate.
  • Condenamos la pasividad de los Gobiernos occidentales y de muchas otras autoridades de estos países. Denunciamos indignados la indiferencia de tantas instituciones.
  • Exigimos a la Comisión y al Parlamento europeo, a la Organización de Estados Americanos y a Naciones Unidas pronunciamientos claros y rotundos y propuestas de medidas concretas, rápidas y efectivas para combatir los crímenes de estos grupos terroristas y para acoger a sus víctimas.
  • Reclamamos de los responsables de los medios de comunicación y agencias de información una información veraz y objetiva: las víctimas de la persecución religiosa lo son por causa de su religión, y no por otras circunstancias. Pedimos que no se oculte esta información, fundamental para entender este genocidio, y que se transmita sin ocultarla ni minusvalorarla.
  • Pedimos a la Liga Árabe un pronunciamiento claro de condena de todas las acciones violentas basadas en la religión y la condena rotunda de los actos criminales de los grupos terroristas mencionados.
  • Nos comprometemos a apoyar a quienes sufren persecución y a prestarles nuestra voz para ayudarles a superar la injusta situación en la que viven.
  • Nos comprometemos a trabajar para combatir en cualquier lugar del mundo el crimen de lesa humanidad que supone cualquier genocidio religioso.
  • Y rezamos por las víctimas de la persecución, por los nuevos mártires, en todo el mundo, y para que cese el terrorismo yihadista y quienes lo practican abran los ojos al mal que están causando.

El silencio, la indiferencia y la desinformación son preocupantes. Ninguna víctima, independientemente de su nacionalidad, religión, color de piel, etc., puede ser considerada más valiosa que otra (si piensas eso, creo que tienes un problema de discriminación). El jueves 12 de noviembre (un día antes que los atentados en París), hubo dos atentados en Beirut, Líbano, que cobraron la vida de 41 personas y dejaron 200 heridos… pero la cobertura mediática, los filtros y los hashtag se los llevó Francia. No digo que no apoyemos a los franceses, ni que no debamos apoyar a nadie. No se me malinterprete. Digo que, al menos los medios de comunicación, “discriminan” las noticias dándole mayor difusión a una más que a otra.
Hace unos momentos, platiqué con alguien que vive en París. El terror, el miedo, la impotencia, el coraje y el dolor que se respira es muy grande. Es todo lo que el terrorismo quiere ocasionar. Un pueblo con voluntad doblegada es un pueblo débil. Nunca, y en ningún momento, se justifica la violencia, y menos contra una población civil, que es inocente. 
Los tristes atentados en París son sólo la punta del iceberg. El sufrimiento innegable de los parisinos es el pan cotidiano de la población civil de Siria, Líbano, Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria, por citar algunos países. Ninguno de ellos recibe apoyo, atención suficiente de la comunidad internacional. No se trata de enviar “tanques y aviones”, sino de plantear soluciones serias, permanentes, ayuda humanitaria, establecimiento de refugios, aceptar refugiados (hubo una campaña en redes sociales contra la aceptación de refugiados sirios).
Reflexiona amable lector (sólo estoy calificado para juzgarme a mí mismo) sobre lo anterior que he dicho. ¿Conocías el genocidio cristiano? ¿Has orado por ellos? ¿Estás consciente que orar es más que poner un #PrayForXXX de foto de perfil o de hashtag? ¿Cómo combates la intolerancia en tu entorno? ¿Eres tu mismo intolerante? ¿Consideras a unas víctimas más valiosas que otras en razón de su geografía? ¿Eres de los que piensan que “en Siria y Líbano ya están acostumbrados pero en París no”?
Te invito a que después de hacer tu examen de conciencia ante el Señor, tomes las acciones que creas convenientes. Todos somos nazarenos significa que todos, seamos franceses, sirios, libaneses, norteamericanos, británicos o nigerianos, todos, absolutamente todos (incluyendo los no cristianos), somos personas, tan valiosas ante los ojos de Dios, que merecimos el sacrificio de su Único Hijo para redimirnos. Hemos sido comprados con su sangre, por eso, todos somos Nazarenos.


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miércoles, 28 de octubre de 2015

Brujo rico, brujo pobre



No hablaremos de un nuevo best-seller de superación personal. Tradicionalmente, la gente habla de dos tipos de "magia": la blanca y la negra. Mientras que la primera busca hacer el bien, curar y sanar, la segunda busca dañar, perjudicar, enfermar, matar, pues viene totalmente del poder de Satanás. La prueba de que la magia blanca es buena, insisten, está en que sueñen usar objetos religiosos (agua bendita, el cirio pascual, rosarios, crucifijos, imágenes de santos, etc.) e incluso usan oraciones (es común que, mientras te hacen una limpia con hierbas, recen el credo o la salve). La magia blanca es, terminarán diciendo, el contrapeso de la magia negra, que sólo busca dañar.
Lamento informar que, tanto la magia negra como la blanca no son en absoluto compatibles con la fe cristiana, en pocas palabras, constituye un pecado grave contra el Primer Mandamiento acudir a la magia (sea del color que sea).
¿Por qué esta prohibición tajante? ¿Qué tiene de malo librarme de las malas vibras o del mal de ojo con una limpia? ¿O por qué no debo encender las velas o colocar ciertos objetos para lograr riquezas, bienestar, salud, etc., si no perjudico a nadie? ¿La maldad de la magia no está nada más en la intención?
Al igual que lo que sucede con la adivinación, la magia implica recurrir y poner la fe en el poder de alguien diferente a Dios. El brujo o el mago tienen un "poder" que no viene directamente de Dios (aunque simulen invocarlo a través del uso de objetos religiosos o de oraciones), sino que hunde sus raíces en el poder (limitado, pero real y poderoso), del demonio. A diferencia de los dones de curación, por ejemplo, o de la taumaturgia (Dios, a través de una persona concreta, realiza milagros), que siempre tienen una finalidad específica en el plan de salvación y están relacionados también con una amistad con Dios, la magia se ve como un poder sobrenatural, cuya fuente no es Dios.
Es verdad que una intención mala corrompe hasta el acto más bueno, pero también lo es que una intención buena jamás hará que un acto de suyo malo se vuelva bueno: no importa que quieras curar, beneficiar, etc. a alguien, la magia sigue siendo mala porque, insisto, su fuente no es Dios. Por muchos litros de agua bendita que usen y credos que reciten, el resultado es el mismo: estás cometiendo un pecado grave.
Dos pasajes del Evangelio nos pueden ilustrar en este tema: Satanás es llamado por Jesús como el Padre de la Mentira (Jn 8,44) y, por otro lado, cuando a Jesús se le acusa de expulsar los demonios con el poder de Satanás, Él responde “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casa caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque –como ustedes dicen– yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces” (Lc 11, 17-19). La impresión de que la magia blanca "combate" a la magia negra es sólo eso, una impresión falsa. Así como en la naturaleza ciertas plantas o animales tienen una apariencia que engañan a sus presas para atraerlas (pienso, por ejemplo en las plantas carnívoras que atraen a las moscas), el demonio usa la "magia blanca" para atraer a las personas que, de otro modo, no lo harían: no veo a la mosca entrando gustosa a la planta carnívora si supiera lo que es, así como tampoco mucha gente recurriendo a la magia si supiera su auténtica naturaleza.
Por otro lado, también es verdad que no todo el que dice ser brujo lo es. Dado que la gente que recurre a un brujo es porque suele tener una necesidad urgente o está desesperada por lograr algo, es fácil aprovecharse de ello. Demasiados timos se han dado por falsos brujos que prometen multiplicar el dinero, curar enfermedades, atraer el amor, deshacer maldiciones, etc. Pero el hecho de recurrir a un falso brujo, no cambia en absoluto la moralidad del acto, puesto que mi intención sigue siendo la misma.
Recurrir a la magia, por otro lado, abre las puertas a la presencia del demonio en nuestra vida. Se trata de una presencia sigilosa, como un cáncer silencioso que sólo se manifiesta cuando es demasiado tarde para operar y ha invadido todo el cuerpo. 
La magia existe, es un hecho. ¿Qué debes hacer si sospechas que han usado magia contigo? Antes que nada, recuerda que si bien la magia proviene del poder del demonio y, por tanto, es peligrosa (especialmente para quien dice controlarla), el poder de Dios es infinitamente mayor. Acude con un sacerdote, quien te ayudará a descubrir, en primer lugar, si detrás de todo está el poder del demonio y, en caso que se trate de ello, realizar la liberación correspondiente. ¿No es una especie de magia blanca? No, puesto que a diferencia de cualquiera, el sacerdote ha recibido la ordenación sacerdotal que lo hace configurarse plenamente con Cristo, de forma que cuando actúa, es Cristo mismo quien actúa y, con su poder, libera.


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miércoles, 21 de octubre de 2015

Cartas marcadas


El presente es paradójico: apenas nos damos cuenta y ya se convirtió en pasado. Lo esperamos con ansia y llega con rapidez y es efímero. Sin embargo, vivimos en el presente siempre. El tiempo se escurre de nuestras manos con facilidad, nos da la sensación de estar fuera de nuestro control, es esquivo. El Hecho de no poder ver más allá del presente, de no saber con certeza qué sucederá en el futuro, nos genera una sensación de angustia y, de alguna forma, nos sentimos indefensos ante los vaivenes del destino. La fortuna, según los versos de "O Fortuna!", perteneciente a la cantata escénica Carmina Burana (que es muy usada como "canción" de terror) es “como la luna, variable de estado, siempre creces o decreces; ¡Que vida tan detestable! ahora oprime después alivia”. En muchas representaciones de la diosa fortuna, se le ve como una dama con una rueda (a veces te toca estar arriba, a veces abajo).

Tal vez por esta serie de sensaciones, el hombre siempre desea saber qué es lo que le depara el destino, para no ser destrozado por las ruedas de la caprichosa diosa fortuna.
La diosa Fortuna
Mientras los científicos se empeñan en generar una "Teoría del todo", o buscan incansablemente leyes que, a decir de Stephen Hawking, permitan determinar el 100% de los eventos sucedidos en el universo (“si conociésemos el estado inicial de nuestro universo, conoceríamos su historia completa”, Historia del tiempo, del Big Bang a los Agujeros Negros), otras personas recurren a la lectura de las cartas, del café, de la mano, a invocar a los muertos y una larga lista de prácticas adivinatorias.
Para los antiguos griegos, los hombres éramos juguetes en manos de los dioses, quienes determinaban nuestro destino en su totalidad. Por eso las pitonisas y oráculos escudriñaban el futuro para encontrar la voluntad de los dioses. El ser humano, carente de libertad, debía obedecerlos totalmente y, si como en el drama de Edipo de Tebas, intentaba escapar a su destino, lo acabaría cumpliendo inevitablemente. 
Uno de los dones más preciados que tenemos y al cual definitivamente no podemos renunciar, es la libertad. No me refiero a la capacidad para ir de un lado a otro, o de expresar lo que siento, o de asociarme con otras personas. La auténtica libertad es la capacidad de autodirigirme hacia el bien, de usarla para escoger lo correcto moralmente hablando. No debemos entender la libertad como la capacidad de elegir lo que es bueno, pues no es nuestro papel decidir qué es bueno y qué no. El pecado original (“serán como dioses”) consiste precisamente en que el hombre quiso tomar el papel de Dios para decidir sobre la moral.
Edipo y la esfinge
Recurrir a la adivinación en cualquiera de sus formas, implica negar la posibilidad de la libertad, pues el futuro “ya está escrito” (es un destino, al cual, como Edipo, estoy condenado a llegar y cumplir) y no un proceso de construcción derivado de mis decisiones personales y de las decisiones de los demás. Pretender que astros, cartas, granos de café, líneas de la palma de las manos pueden determinar infaliblemente mi futuro, es tanto como considerarme una especie de robot que no puede hacer otra cosa que su código no le indique.
Renunciar a la libertad tiene demasiadas implicaciones, pues nos hace totalmente “amorales”, es decir, incapaces de cometer actos morales, pues no tenemos responsabilidad alguna sobre lo que hagamos (bueno o malo) y no debemos recibir ni castigo ni premio por nuestras acciones, pues son “los hilos del destino” los que nos mueven. Vamos a suponer que en la lectura de cartas aparece que voy a morir pronto y saliendo de ahí, sufro un asalto y por resistirme, me disparan y muero. ¿Los asaltantes deben ser procesados? Ellos actuaron para que se cumpliera mi destino indicado por las cartas. En sentido estricto, yo no podía dejar de morir en ese día y ellos no podían dejarme de matar.
Otro ejemplo, supongamos que en la lectura del café aparece que alguien recibirá un beneficio inesperado y yo hago una donación que beneficia a dicha persona. ¿Debo ser reconocido públicamente? No tengo mérito alguno, pues yo sólo soy un medio del destino para que éste se cumpla.
En cualquiera de estos supuestos, estamos olvidando algo importante. El “Señor del tiempo” no es otros que Dios mismo. Así lo confesamos en la Solemne Liturgia del Fuego Nuevo, al inicio de la Vigilia Pascual. El sacerdote, antes de encender el cirio (signo de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte), realiza unos signos sobre el mismo diciendo: “Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo, y la eternidad, a Él la gloria, y el Poder, por los siglos de los siglos”. Dios es el dueño del tiempo, no al estilo dios griego, sino que tiene un plan para todos: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (1 Tmt 2,4). La “cúspide” o el fin de la historia humana, es el mismo que su inicio: convivir en amistad con Dios por toda la eternidad. Para ello, Él envío a numerosos profetas que prepararan a su pueblo y se entregó Él mismo en la Cruz para redimirnos, y para continuar su obra, nos dejó su Iglesia, a la cual asiste con el don de su Espíritu. Pero Él no “forza” a nadie para que lo ame. Respeta la libertad y ese plan de salvación puede o no cumplirse en mí, según me “esfuerce”.
Cristo Ayer, Hoy y Siempre (jubileo del año 2000)
Confiar en la adivinación en cualquiera de sus formas, constituye una falta contra el Primer Mandamiento, pues estás poniendo tu confianza en alguien más, estás pensando que hay alguien con un poder tal que te quita uno de los dones más preciados (la libertad). ¿Quieres en verdad conocer el futuro? Ponte de rodillas ante el Santísimo Sacramento del altar, ora con frecuencia, ten un sacerdote que te aconseje y te dé dirección espiritual, comulga con frecuencia, lee la Sagrada Escritura, y aprenderás a descubrir “los signos de los tiempos”, es decir, a interpretar la voluntad de Dios y su plan para que tú seas feliz. Cuando lo descubran y lo aceptes, no necesitarás nada más para lograr la felicidad plena.


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martes, 13 de octubre de 2015

Jugando con las estrellas


A través de Facebook, redes sociales, televisión, radio, periódico, revistas y cuanto medio de comunicación tenemos al alcance, es sumamente frecuente que nos encontremos lo que promete ser la llave de nuestro futuro, que nos da pistas de cómo comportarnos y de qué hacer en cada caso: los horóscopos. Esta práctica, junto con la adivinación, se remonta a tiempos inmemoriales, pero trataremos a cada una por separado.
Actualmente, revestidos de pseudociencia (astrología), los horóscopos intentan predecir el futuro. Parte del supuesto que las estrellas influyen, por el equilibrio cósmico y las leyes de la ciencia, en nuestro comportamiento, en nuestras acciones y, por ende, en las de los demás. Los hay basados en los signos zodiacales griegos, chinos, y en cuanta cultura haya observado el cielo. Sin embargo, esta “ciencia” omite, asumo por error, algunos datos importantes.
El primer hecho científico de relevancia es simplemente que las estrellas ya no están en la posición aparente donde las vemos: de acuerdo con los postulados actuales de la ciencia, la luz viaja aproximadamente a 300,000 km por segundo (dependiendo del medio, varía en el vacío, en una atmósfera o en la presencia de un cuerpo grande, como un planeta). Esto significa, por ejemplo, que si el sol se "apagara" repentinamente, en la tierra nos daríamos cuenta de ello... 8 minutos y 19 segundos después, que es el tiempo que la luz tarda en recorrer la distancia que hay de la superficie del sol a la tierra.
La constelación de Géminis
Después del sol, la estrella más cercana hasta el momento conocida (que no es, ni remotamente, integrante de las constelaciones del zodiaco) es Alfa Centauri. Si viajáramos a la velocidad máxima que alcanza la luz, tardaríamos en llegar 4.37 años. De esta forma, cuando la apreciamos en el cielo, representa la posición que tenía hace 4.37 años. En cuanto a las estrellas de las constelaciones del zodiaco, la más cercana es Pólux (de Géminis), a la que podríamos llegar (viajando a la velocidad de la luz, obvio) en tan sólo en 33.7 años, en tanto que la más lejana (Beta Aquarii, de Acuario), pues tan sólo tardaríamos la insignificante cantidad de 610 años. Esto significa, en primer lugar, que la posición que tiene en el cielo Beta Acuario fue la que tenía en 1405. Lástima que el rey Ladislao I de Nápoles (que en 1405 cumplía 29 años y aún le quedaban 9 más de vida) no pudo leer su horóscopo. Dejando de lado la ironía y el sarcasmo, me surgen dos preguntas: ¿Beta Aquarii aún existe? ¿Puede, entonces, determinar mi conducta tanto tiempo después? 
Otro dato importante a considerar es que, si bien hay un "equilibrio" cósmico, éste suele regirse a través de las leyes de la física. Las famosas alineaciones de planetas pueden generar campos gravitacionales importantes que afectan la materia: afectan a las mareas, cuerpos de agua, etc., pero sus efectos se derivan de que, de acuerdo con la Teoría de la Relatividad, un cuerpo con masa "curva" el espacio: imagina que sobre una red extendida pones un balón, éste hará que la red se deforme en su alrededor fruto de su peso y hará que lo que pase cerca d él se desvíe. La teoría de la Relatividad indica, además, que la luz es desviada por dicho cuerpo, y si éste es lo suficientemente grande, será tan grande la fuerza de atracción que impedirá que la luz escape de él (ese es un agujero negro). Siendo verdad lo anterior, ¿Cómo es capaz de tener efectos en mi conducta?
La posición real de la estrella es la izquierda,
la derecha es la "posición aparente" debida
a que la masa del sol curvó el espacio
y desvió la trayectoria de la luz.
Se habla, incluso, de cartas astrales, signos a los que pertenecemos, etc., determinados por nuestra fecha de nacimiento. ¿Cómo una misma configuración del cielo afecta diferente a cada persona? ¿Por qué no hay un único horóscopo si son los mismos astros? Insisto, esa estrella ya no se encuentra ahí o, incluso, es probable que ya ni siquiera exista. ¿Cómo es que los fotones emitidos por ella y que viajan por el espacio determinan la conducta de cada uno? Acaso los rayos de luz emitidos por cada constelación "reconoce" quién pertenece a cada signo zodiacal para causarle efectos diferentes? Más aún, si las “constelaciones” son grupos de estrellas que desde la tierra se ven en un mismo plano, pero en realidad se encuentran distribuidas a diferentes distancias (por ejemplo, mientras Pólux está a 33.7 años-luz, Castor lo está a 51.55; ambas son estrellas de la constelación Géminis), ¿Es posible hablar de que “Acuario” se alineó con x o y cuerpo celeste?
Dejando de lado de la evidencia científica que claramente nos indica lo absurdo que puede llegar a ser esto, vayamos más allá: ¿Qué implicaciones tiene esto para el cristiano? Pensemos en el siguiente caso: bajo la influencia de la lectura del zodiaco, tomo una decisión importante. Por ejemplo, uno de los tantos horóscopos (no hay uno solo igual, en cinco páginas de internet hay cinco diferentes) dice que, en los diferentes puntos de vista, el mío es el correcto. Resulta que mi jefe, que es del mismo signo que yo, tiene un punto de vista contrario al mío. ¿Ambos son correctos? Si es así, ¿dónde queda la noción de verdad? Más aún, ¿Soy yo responsable de lo que sucede o son los astros y, por tanto, soy sólo un títere de las fuerzas cósmicas?
Una tentación del ser humano es intentar zafarse de la responsabilidad moral. Es muy fácil para mí basar mi decisión en el horóscopo, pues si fallo, si me equivoco, pues fue “culpa de los astros que se alinearon en mi contra”. La libertad queda suprimida: no puedo ser “parcialmente” libre, o lo soy o no lo soy. Los astros que rigen mi conducta y ser totalmente libre no son compatibles. Alguien podrá decir, qué bien, así el pecado es imposible, pero yo le respondería tampoco el mérito. Si no eres libre, tampoco puedes “alcanzar” la santidad, no puedes hacer el bien, sólo sigues las influencias de los astros.
No te engañes. Además de las razones científicas de fondo, al creer en los horóscopos estás negando uno de los dones más grandes que Dios te ha dado, el de tu libertad. El hecho que la niegues no significa que por eso ya se te elimina. Tu responsabilidad sigue estando presente.
Además, no debemos olvidar que al confiar en la astrología, estás dejando de confiar firmemente en Dios y crees que alguien más es capaz de conocer el futuro, de regir los destinos de los hombres. No estás amando a Dios por sobre todas las cosas.
En la siguiente entrada, cerraré con la adivinación. 


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