lunes, 30 de noviembre de 2015

Espera gozosa




Cuando una madre está encinta, es todo un acontecimiento. No sólo porque está a la espera de una nueva vida y es partícipe de la obra creadora de Dios, sino porque debe prepararse adecuadamente para ello. No sólo la familia decora el cuarto y van comprando ropa, juguetes, muebles, etc. para recibir al nuevo integrante de la familia, sino que ella misma se prepara de forma rigurosa, pues debe abstenerse de ciertos alimentos y hábitos, como la sal, bebidas alcohólicas, cigarro, además de que debe tener una dieta especial, balanceada, rica en nutrientes, en calcio consumir ácido fólico, acudir seguido al médico, evitar automedicarse, hacer ejercicio moderado, entre otras cosas. A pesar de los sacrificios, ella lo hace con gozo, pues vale la pena porque la recompensa será grande.
¡Qué grosero soy! Debí haber comenzado felicitándote, querido lector por el inicio del año nuevo. No, no estoy equivocado. No busques en qué cultura extraña se festeja el inicio de un nuevo año. Es muy simple, con el Adviento, comienza el Año Litúrgico.
Voy a hablar muy breve del Año Litúrgico: se trata del “calendario” que sigue la liturgia (Cfr. El idioma de Dios). Comienza con el Primer Domingo de Adviento y concluye con la Solemnidad de Cristo Rey. Su eje es el Domingo de Resurrección, que le da sentido a nuestra fe (“Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe”, 1Co 15,14). A lo largo del Año, celebramos los grandes Misterios de nuestra fe, a través de cinco tiempos litúrgicos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y el Tiempo Ordinario.
La Navidad, donde celebramos el Nacimiento de Cristo y la Pascua (volvemos a vivir su Pasión, Muerte, Resurrección Gloriosa y su Ascensión a los cielos) están precedidas por dos tiempos importantes de preparación: el Adviento y la Cuaresma. Aunque ambos son considerados tiempos penitenciales y de preparación, en los que predomina el color litúrgico morado (el de la penitencia), los dos tienen un tono distinto. Mientras que la mortificación de la cuaresma es más larga y busca unirnos con la Pasión del Señor, el Adviento es más breve (cuando mucho 4 semanas) y es más como la preparación de una mujer embarazada.
Así como la mujer embarazada debe abstenerse de ciertas cosas y realizar otras para recibir a su hijo, la Iglesia (que te recuerdo que la integramos todos los bautizados, no nada más los sacerdotes y obispos) también se prepara para recibir al Salvador, haciendo pequeños sacrificios, realizando obras de misericordia, incrementando la oración, frecuentando el sacramento de la confesión, aumentando su oración y siguiendo el ejemplo de las tres grandes “voces” del Adviento: La Virgen María, San Juan Bautista y el Profeta Isaías.
Durante los 4 domingos de Adviento, escucharemos constantemente “enderecen sus senderos”, “preparen los caminos”, “velen y oren”, “allanen los montes”, “arrepiéntanse”, “prepárense para comparecer ante el Hijo del Hombre”. Porque nos preparamos no nada más para recibir “simbólicamente” a Jesús en la Navidad. Nos preparamos para recibirlo en nuestro corazón y, en especial, para la última venida, donde vendrá con toda su gloria, pero sobre todo, donde nos encontraremos cara a cara con Él.
Las primeras comunidades cristianas tenían una exclamación para esto: “Maranathá”, que literalmente significa “El Señor viene” (1Co 16,22). Para ellos, la venida de Cristo (que representaba el final de los tiempos, no representaba algo a qué temerle, sino un evento gozoso, el encuentro con el Señor que significaría el triunfo definitivo sobre el pecado y sobre la muerte, y por eso estaban ansiosos de que llegara. Se preparaban con una vida recta, intensificando la oración y la penitencia.
Ante la violencia, la desigualdad, la injustica, las voces de Isaías y de san Juan Bautista siguen resonando con fuerza, invitándonos a la conversión del corazón. Quejarse de la injusticia, publicar hashtags y poner filtros en la foto de perfil de Facebook no ayudan mucho en la preparación para recibir a Cristo.
Construir su Reino es responsabilidad de todos, no sólo de los dirigentes políticos. El Reino se construye en el día a día, por cada uno de nosotros. No es sólo “hacer”, sino también orar. Separar la vida interior de la labor social es uno de los más grandes errores. No somos activistas de causas sociales, somos la Iglesia que sabe descubrir en el hermano a Cristo hambriento, sediento, desnudo, sufriendo injusticia, y por amor a Él atiende esas necesidades.
Este año que comienza, sería una excelente preparación que no sólo vayas y compres todo lo necesario para la cena, las posadas, el árbol, el nacimiento, y compres unos carísimos regalos. Regala tu tiempo a tu familia, convive con ellos, pongan juntos el árbol y el nacimiento, preparen una auténtica posada cristiana, preparen un extra de comida en la cena de Navidad que puedan regalarle a algún necesitado, compra regalos para los indigentes, dale un sueldo justo a tus empleados, regálale una despensa a la señora que hace el aseo, o al que limpia tu oficina. Acércate a la confesión, aprovecha que el Año de la Misericordia comienza, reza el Rosario en familia, acude a Misa con frecuencia. Si haces esto, estarás ayudando más que con un hashtag y habrás comprendido que el Adviento es una espera gozosa que se comparte.

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martes, 17 de noviembre de 2015

Todos somos nazarenos


La solidaridad, la empatía, la tolerancia y encontrar puntos comunes entre las personas (en vez de resaltar las diferencias), son las mejores armas contra la intolerancia y el fanatismo. Quisiera, en esta entrada, hablar brevemente acerca de la situación apremiante que vive la cristiandad por la opresión del Estado Islámico.
No me refiero a los lamentables sucesos del viernes pasado (los atentados terroristas que según cifras oficiales cobraron 129 vidas en París, Francia), ni a la respuesta armada de Francia ante esto, sino al sistemático asesinato de cristianos (católicos y ortodoxos principalmente) en la zona de Irak, Siria y Líbano (no olvidemos que el ISIS está presente también en África y Asia), territorio de arraigada tradición cristiana: 
  • San Pablo se convirtió en Damasco
  • A los cristianos se nos comenzó a llamar así en Antioquía (Hch 11,26)
  • Siria fue evangelizada por san Pablo y san Bernabé
  • En Antioquía de Siria es donde se gestan los inicios del "Concilio de Jerusalén" (sobre si los cristianos debíamos someternos a la ley de Moisés, Hch 15,1-35).
  • Se cree que el evangelio según san Mateo fue redactado en Antioquía.
  • Antioquía de Siria fue sede de unos de los grandes Patriarcados de la Iglesia Primitiva.
  • Uno de los grandes Padres Apostólicos tuvo su sede en Siria (san Ignacio de Antioquía, obispo que escribió siete bellas cartas llenas de profundidad teológica y que fue martirizado en el Coliseo devorado por los leones por orden de Trajano alrededor del año 110).
  • También de esta región fue el diácono san Efrén, Padre y Doctor de la Iglesia (muerto en el 373, conocido como el arpa del Espíritu Santo).
  • Es la sede de ritos tan antiguos como valiosos: antioqueno, siríaco, maronita,  caldeo, copto, por citar algunos.
  • Es cuna de grandes santos como los ya citados san Ignacio de Antioquía y san Efrén, san Charbel Makhouf, san Marciano de Siria, san Isaac el sirio (conocido también como san Isaac de Nínive).
  • Siempre ha sido tierra de numerosos mártires, pues a lo largo de las diversas invasiones, frecuentemente los cristianos han sido perseguidos y martirizados (tal vez la última gran matanza ocurrió durante la Primera Guerra Mundial).
San Ignacio de Antioquía
Hoy en día, los cristianos sirios sufren persecución y muerte derivados de su fe en Cristo. Dado que la ONU define al genocidio como actos "perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal", con todo derecho podemos clasificar a esta persecución con todas las letras: es un genocidio (hay una petición al respecto). 
Independientemente de las motivaciones económicas y políticas que este movimiento persigue (no es el punto a tratar), su intención es aplicar una interpretación radical del islamismo. No representa ni lejanamente a todos los musulmanes, por lo que no es correcto confundirlos. 
He intentado localizar cifras acerca del número de civiles muertos y desplazados, pero tal parece que los organismos internacionales no están interesados en ello (ONU, Amnistía Internacional, por citar algunos, no tienen cifras disponibles).  Es un hecho también que realizar un cálculo es sumamente difícil (la dispersión de la población, la falta de un censo de víctimas, etc.). Los datos que pude encontrar son que en el año pasado alrededor de 94,00 civiles fueron muertos en Irak y 1.8 millones fueron desplazados; en tanto que en Siria (hasta abril 2014), alrededor de 191,000 civiles habían muerto. Un estudio de BBC indica que tan sólo 5,000 personas murieron en noviembre de 2014 (un promedio de 7 muertos por hora).
En Mosul, Irak, ya no hay cristianos. El ISIS persiguió, expulsó, convirtió o ejecutó a la minoría caldea (católicos y ortodoxos) presente. Marcaba sus puertas con una letra árabe, la “nu” (n) de “nazareno”, para identificarlos y darles a escoger entre conversión, huía o martirio. En Irak, los musulmanes (sí, musulmanes), fueron más allá de una publicación en redes sociales: en sus casas escribieron también esa letra, como apoyo a los cristianos (arriesgaron la vida con ello), pues, como lo indiqué, el ISIS no representa el sentir de la mayoría musulmana. Derivado lo anterior, en redes sociales algunas personas comenzamos a cambiar nuestra foto de perfil por la “nu” como denuncia del genocidio y apoyo a los cristianos perseguidos, pero hubo poca participación (supongo que más por desinformación que por desinterés).
El pasado mes de abril, en España, se celebró un Congreso llamado “Todos somos nazarenos”, con el siguiente manifiesto:
  • Condenamos todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión.
  • Denunciamos la actividad criminal de estos grupos yihadistas, que utilizando la excusa de la religión, atentan contra los derechos humanos, violan, asesinan y torturan a las minorías religiosas del Próximo Oriente, aniquilan sus vidas y sus propiedades, y cercenan la libertad religiosa de todos, cristianos y musulmanes.
  • Animamos a los Gobiernos de los países donde actúan a combatir el terrorismo con energía y decisión y reclamamos a la comunidad internacional que colabore de manera urgente en este combate.
  • Condenamos la pasividad de los Gobiernos occidentales y de muchas otras autoridades de estos países. Denunciamos indignados la indiferencia de tantas instituciones.
  • Exigimos a la Comisión y al Parlamento europeo, a la Organización de Estados Americanos y a Naciones Unidas pronunciamientos claros y rotundos y propuestas de medidas concretas, rápidas y efectivas para combatir los crímenes de estos grupos terroristas y para acoger a sus víctimas.
  • Reclamamos de los responsables de los medios de comunicación y agencias de información una información veraz y objetiva: las víctimas de la persecución religiosa lo son por causa de su religión, y no por otras circunstancias. Pedimos que no se oculte esta información, fundamental para entender este genocidio, y que se transmita sin ocultarla ni minusvalorarla.
  • Pedimos a la Liga Árabe un pronunciamiento claro de condena de todas las acciones violentas basadas en la religión y la condena rotunda de los actos criminales de los grupos terroristas mencionados.
  • Nos comprometemos a apoyar a quienes sufren persecución y a prestarles nuestra voz para ayudarles a superar la injusta situación en la que viven.
  • Nos comprometemos a trabajar para combatir en cualquier lugar del mundo el crimen de lesa humanidad que supone cualquier genocidio religioso.
  • Y rezamos por las víctimas de la persecución, por los nuevos mártires, en todo el mundo, y para que cese el terrorismo yihadista y quienes lo practican abran los ojos al mal que están causando.

El silencio, la indiferencia y la desinformación son preocupantes. Ninguna víctima, independientemente de su nacionalidad, religión, color de piel, etc., puede ser considerada más valiosa que otra (si piensas eso, creo que tienes un problema de discriminación). El jueves 12 de noviembre (un día antes que los atentados en París), hubo dos atentados en Beirut, Líbano, que cobraron la vida de 41 personas y dejaron 200 heridos… pero la cobertura mediática, los filtros y los hashtag se los llevó Francia. No digo que no apoyemos a los franceses, ni que no debamos apoyar a nadie. No se me malinterprete. Digo que, al menos los medios de comunicación, “discriminan” las noticias dándole mayor difusión a una más que a otra.
Hace unos momentos, platiqué con alguien que vive en París. El terror, el miedo, la impotencia, el coraje y el dolor que se respira es muy grande. Es todo lo que el terrorismo quiere ocasionar. Un pueblo con voluntad doblegada es un pueblo débil. Nunca, y en ningún momento, se justifica la violencia, y menos contra una población civil, que es inocente. 
Los tristes atentados en París son sólo la punta del iceberg. El sufrimiento innegable de los parisinos es el pan cotidiano de la población civil de Siria, Líbano, Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria, por citar algunos países. Ninguno de ellos recibe apoyo, atención suficiente de la comunidad internacional. No se trata de enviar “tanques y aviones”, sino de plantear soluciones serias, permanentes, ayuda humanitaria, establecimiento de refugios, aceptar refugiados (hubo una campaña en redes sociales contra la aceptación de refugiados sirios).
Reflexiona amable lector (sólo estoy calificado para juzgarme a mí mismo) sobre lo anterior que he dicho. ¿Conocías el genocidio cristiano? ¿Has orado por ellos? ¿Estás consciente que orar es más que poner un #PrayForXXX de foto de perfil o de hashtag? ¿Cómo combates la intolerancia en tu entorno? ¿Eres tu mismo intolerante? ¿Consideras a unas víctimas más valiosas que otras en razón de su geografía? ¿Eres de los que piensan que “en Siria y Líbano ya están acostumbrados pero en París no”?
Te invito a que después de hacer tu examen de conciencia ante el Señor, tomes las acciones que creas convenientes. Todos somos nazarenos significa que todos, seamos franceses, sirios, libaneses, norteamericanos, británicos o nigerianos, todos, absolutamente todos (incluyendo los no cristianos), somos personas, tan valiosas ante los ojos de Dios, que merecimos el sacrificio de su Único Hijo para redimirnos. Hemos sido comprados con su sangre, por eso, todos somos Nazarenos.


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