domingo, 10 de mayo de 2015

La evangelización de México (2)

Fray Junípero Serra (Misión de Tancoyol)

El beato (en unos meses más será declarado santo) Fray Junípero Serra fue un religioso franciscano que emprendió la ardua tarea de evangelizar una buena parte del Virreinato de la Nueva España.

Nació en España, en la isla de Mallorca, y fue bautizado con el nombre de Miguel José. Profesó con los franciscanos y destacó como profesor de teología en la Universidad de Palma. Sn embargo, sintió el llamado misionero y partió para la Nueva España en 1749.Al llegar al puerto de Veracruz, decide hacer el trayecto a la ciudad de México a pie (446 km) y llega al Colegio Misionero de san Fernando.

A lo largo de la historia, numerosos grupos seminómadas poblaron la región central de México, llamados genéricamente chichimecas, quienes se opusieron a la conquista armada por parte de los españoles, de forma que en 1550 comenzó la llamada Guerra Chichimeca, misma que duró casi 50 años, sin que la Corona Española pudiera lograr su objetivo.

Sin embargo, comenzó un paulatino proceso de mestizaje y asimilación que llevó a los indios a refugiarse en la zona conocida como la Sierra Gorda, en el norte del estado mexicano de Querétaro. A pesar del envío de misioneros franciscanos, agustinos y dominicos, la región no había podido ser pacificada y cristianizada, por lo que entre 1742 y 1748, el capitán José de Escandón, primer conde de la Sierra Gorda, emprendió una campaña de exterminio y aniquilación que culminó con la batalla del Cerro de la Media Luna, en la cual perdieron los chichimecas y fueron prácticamente exterminados. Escandón solicitó que las misiones, que anteriormente estaban a cargo de los agustinos, fueran transferidas a los franciscanos, y es aquí cuando fray Junípero aparece.

En 1750 es enviado a la, para evangelizar a los indios pame (de la rama de los indios otomíes) en 5 misiones que habían sido establecidas ahí cinco años antes, pero que no habían podido rendir los frutos deseados. Con la compañía de Fray Francisco Palou, hace los 150 kilómetros a pie desde la ciudad de México hasta su destino.

Fray Junípero tenía un panorama adverso: la reciente campaña de exterminio, lo inhóspito de la región, el estar sometido a Escandón (pues el virrey le había dado al conde, en 1744, la autoridad para fundar misiones, remover misioneros, etc.) y la oposición de los indios a la evangelización. No obstante lo anterior, durante los 9 años que duró en las misiones, transformó su entorno, llegando a reunir a unos 3500 indios. Aprendió la lengua propia de ellos, perfeccionó sus métodos de catequesis, bautizó incansablemente, pero también se convirtió en un promotor de los derechos de los indios.

Los ángeles parecen tocar un huapango (Misión de Tilaco)
Desarrolló cooperativas sociales de ayuda entre los indios, les enseñó a cultivar la tierra, a desarrollar artes y oficios, a defenderse de los abusos de los españoles, incluso llegó a repartir tierras entre ellos.

Al ser involucrados en las construcciones de los templos de las misiones, los indios aportaron muchos elementos propios de su cultura en un llamado “barroco mexicano” (presente en varias partes del país como fruto de la síntesis entre el catolicismo y la cultura local), pues muchos de los templos no existían y entonces se edificaron totalmente entre 1750 y 1762.

Las cinco misiones franciscanas (Santiago de Jalpan, San Miguel Concá, Santa María del Agua de Landa Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol y San Francisco de Tilaco) se convirtieron en oasis de progreso y promoción de los derechos humanos.

En 1759, Fray Junípero es enviado a evangelizar a los apaches en la alta California (hoy California, Estados Unidos). Es hasta 1770 que las misiones comienzan a ser abandonadas y perdieron mucho de su esplendor.

Hay dos errores comunes en la propagación del Evangelio: pensar que es un tema aparte de la promoción humana (derechos humanos, calidad de vida, mejora personal, etc.) o pensar que se le puede reducir solamente a la mejora de las condiciones (transformar la realidad terrena, luchar a través de las armas para vencer la injusticia, los “sacerdotes-obreros”, las ramas más extremas de la “teología de la liberación”) y debemos entender que ambos son extremos y, por tanto, no son lo mejor.

La auténtica evangelización conlleva mejorar la vida espiritual y material de las personas, y eso no es exclusivamente misión de los sacerdotes, obispos y diáconos: es misión de cada uno de nosotros. El trabajo en el “mundo”, ir eliminando la injusticia, generar condiciones de trabajo, vivienda, seguridad dignas son tarea de cada uno de los fieles.

El ejemplo de Fray Junípero Serra (que en un clima adverso supo sintetizar maravillosamente estas ideas) debe motivarnos a, que como fieles cristianos, promovamos también la mejora de vida de nuestro entorno, comenzando, en primer lugar, en nuestra familia, para ir influenciando, poco a poco, en los círculos sociales donde nos desenvolvamos.

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