martes, 13 de octubre de 2015

Jugando con las estrellas


A través de Facebook, redes sociales, televisión, radio, periódico, revistas y cuanto medio de comunicación tenemos al alcance, es sumamente frecuente que nos encontremos lo que promete ser la llave de nuestro futuro, que nos da pistas de cómo comportarnos y de qué hacer en cada caso: los horóscopos. Esta práctica, junto con la adivinación, se remonta a tiempos inmemoriales, pero trataremos a cada una por separado.
Actualmente, revestidos de pseudociencia (astrología), los horóscopos intentan predecir el futuro. Parte del supuesto que las estrellas influyen, por el equilibrio cósmico y las leyes de la ciencia, en nuestro comportamiento, en nuestras acciones y, por ende, en las de los demás. Los hay basados en los signos zodiacales griegos, chinos, y en cuanta cultura haya observado el cielo. Sin embargo, esta “ciencia” omite, asumo por error, algunos datos importantes.
El primer hecho científico de relevancia es simplemente que las estrellas ya no están en la posición aparente donde las vemos: de acuerdo con los postulados actuales de la ciencia, la luz viaja aproximadamente a 300,000 km por segundo (dependiendo del medio, varía en el vacío, en una atmósfera o en la presencia de un cuerpo grande, como un planeta). Esto significa, por ejemplo, que si el sol se "apagara" repentinamente, en la tierra nos daríamos cuenta de ello... 8 minutos y 19 segundos después, que es el tiempo que la luz tarda en recorrer la distancia que hay de la superficie del sol a la tierra.
La constelación de Géminis
Después del sol, la estrella más cercana hasta el momento conocida (que no es, ni remotamente, integrante de las constelaciones del zodiaco) es Alfa Centauri. Si viajáramos a la velocidad máxima que alcanza la luz, tardaríamos en llegar 4.37 años. De esta forma, cuando la apreciamos en el cielo, representa la posición que tenía hace 4.37 años. En cuanto a las estrellas de las constelaciones del zodiaco, la más cercana es Pólux (de Géminis), a la que podríamos llegar (viajando a la velocidad de la luz, obvio) en tan sólo en 33.7 años, en tanto que la más lejana (Beta Aquarii, de Acuario), pues tan sólo tardaríamos la insignificante cantidad de 610 años. Esto significa, en primer lugar, que la posición que tiene en el cielo Beta Acuario fue la que tenía en 1405. Lástima que el rey Ladislao I de Nápoles (que en 1405 cumplía 29 años y aún le quedaban 9 más de vida) no pudo leer su horóscopo. Dejando de lado la ironía y el sarcasmo, me surgen dos preguntas: ¿Beta Aquarii aún existe? ¿Puede, entonces, determinar mi conducta tanto tiempo después? 
Otro dato importante a considerar es que, si bien hay un "equilibrio" cósmico, éste suele regirse a través de las leyes de la física. Las famosas alineaciones de planetas pueden generar campos gravitacionales importantes que afectan la materia: afectan a las mareas, cuerpos de agua, etc., pero sus efectos se derivan de que, de acuerdo con la Teoría de la Relatividad, un cuerpo con masa "curva" el espacio: imagina que sobre una red extendida pones un balón, éste hará que la red se deforme en su alrededor fruto de su peso y hará que lo que pase cerca d él se desvíe. La teoría de la Relatividad indica, además, que la luz es desviada por dicho cuerpo, y si éste es lo suficientemente grande, será tan grande la fuerza de atracción que impedirá que la luz escape de él (ese es un agujero negro). Siendo verdad lo anterior, ¿Cómo es capaz de tener efectos en mi conducta?
La posición real de la estrella es la izquierda,
la derecha es la "posición aparente" debida
a que la masa del sol curvó el espacio
y desvió la trayectoria de la luz.
Se habla, incluso, de cartas astrales, signos a los que pertenecemos, etc., determinados por nuestra fecha de nacimiento. ¿Cómo una misma configuración del cielo afecta diferente a cada persona? ¿Por qué no hay un único horóscopo si son los mismos astros? Insisto, esa estrella ya no se encuentra ahí o, incluso, es probable que ya ni siquiera exista. ¿Cómo es que los fotones emitidos por ella y que viajan por el espacio determinan la conducta de cada uno? Acaso los rayos de luz emitidos por cada constelación "reconoce" quién pertenece a cada signo zodiacal para causarle efectos diferentes? Más aún, si las “constelaciones” son grupos de estrellas que desde la tierra se ven en un mismo plano, pero en realidad se encuentran distribuidas a diferentes distancias (por ejemplo, mientras Pólux está a 33.7 años-luz, Castor lo está a 51.55; ambas son estrellas de la constelación Géminis), ¿Es posible hablar de que “Acuario” se alineó con x o y cuerpo celeste?
Dejando de lado de la evidencia científica que claramente nos indica lo absurdo que puede llegar a ser esto, vayamos más allá: ¿Qué implicaciones tiene esto para el cristiano? Pensemos en el siguiente caso: bajo la influencia de la lectura del zodiaco, tomo una decisión importante. Por ejemplo, uno de los tantos horóscopos (no hay uno solo igual, en cinco páginas de internet hay cinco diferentes) dice que, en los diferentes puntos de vista, el mío es el correcto. Resulta que mi jefe, que es del mismo signo que yo, tiene un punto de vista contrario al mío. ¿Ambos son correctos? Si es así, ¿dónde queda la noción de verdad? Más aún, ¿Soy yo responsable de lo que sucede o son los astros y, por tanto, soy sólo un títere de las fuerzas cósmicas?
Una tentación del ser humano es intentar zafarse de la responsabilidad moral. Es muy fácil para mí basar mi decisión en el horóscopo, pues si fallo, si me equivoco, pues fue “culpa de los astros que se alinearon en mi contra”. La libertad queda suprimida: no puedo ser “parcialmente” libre, o lo soy o no lo soy. Los astros que rigen mi conducta y ser totalmente libre no son compatibles. Alguien podrá decir, qué bien, así el pecado es imposible, pero yo le respondería tampoco el mérito. Si no eres libre, tampoco puedes “alcanzar” la santidad, no puedes hacer el bien, sólo sigues las influencias de los astros.
No te engañes. Además de las razones científicas de fondo, al creer en los horóscopos estás negando uno de los dones más grandes que Dios te ha dado, el de tu libertad. El hecho que la niegues no significa que por eso ya se te elimina. Tu responsabilidad sigue estando presente.
Además, no debemos olvidar que al confiar en la astrología, estás dejando de confiar firmemente en Dios y crees que alguien más es capaz de conocer el futuro, de regir los destinos de los hombres. No estás amando a Dios por sobre todas las cosas.
En la siguiente entrada, cerraré con la adivinación. 


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