domingo, 14 de junio de 2015

Charlie Charlie


Recientemente apareció en redes sociales un “reto” en el cual se “invocaba” a un demonio llamado “Charlie” (Charlie, Charlie, are you there?)para que respondiera preguntas (una especie de Ouija casera). Se ponían dos lápices (como en la foto de inicio de esta entrada) sobre una hoja con cuatro cuadrantes (Si, SI, NO, NO) y Charlie “movería” el lápiz de acuerdo con la respuesta a la pregunta que le formularas. Al final, todo parece indicar que era una estrategia publicitaria para cierta película próxima a salir.
No es la primera vez que juegos como “Charlie”, “Bloody Mary”, la ouija y otros muchos más aparecen y llenan de euforia a chicos (y no tan chicos) en un afán por “conocer” lo que pasará o simplemente por “divertirse” estando a la moda. dejando de lado la explicación científica que tienen estos fenómenos (sí, la ciencia puede explicar lo que sucede), quiero enfocarme en las implicaciones que, desde el punto de vista de la fe, tienen estos juegos.
Es innegable la existencia del mal en el mundo, no sólo en las acciones humanas, sino a través de personas o seres concretos que a través de múltiples medios buscan “infiltrar” el mal en la vida de las personas. 
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha querido “adivinar” el futuro, anticiparse a lo que sucederá, ya sea para prepararse o para modificarlo. En este afán, ha recurrido a un sinfín de prácticas adivinatorias en las cuales “invoca” a seres (“buenos” o malignos) para que le revelen lo que está oculto. 
No debemos olvidar que el único “Señor del tiempo” es Dios mismo, quien tiene su plan divino para toda la creación desde el principio de los tiempos y que ha llamado a los seres humanos para que con el ejercicio de nuestra libertad colaboremos (o no) en la construcción de su magnífico plan para la creación. Pretender que alguien o algo puede anticiparse a lo que sucederá es, finalmente, querer darle la vuelta al conocimiento y la sabiduría de Dios.
La práctica de la adivinación
El demonio, por su parte, llamado por Jesús como “Padre de la mentira” busca, a través de múltiples formas, engañarnos para extender su influencia y, finalmente, sabotear el plan divino. Con esto no pretendo decir que está detrás de todo lo maligno en el mundo o que esté detrás de “Charlie Charlie”, pero, ciertamente, hay algunos puntos que debemos considerar antes de juzgar.
No se puede negar que tanto la Ouija como Charlie Charlie o Bloody Mary parten de la invocación de un ser maligno (demonio o alma de difunto) al cual se le consulta. Si verdaderamente hay o no la presencia de dicho ser, no es el punto a discusión. Quien juega, deliberadamente está invocando (en broma o en serio) fuerzas que van más allá de su control y de su voluntad. Para ser claros, al jugar este “inocente” juego, se puede estar dejando abierta la puerta para que entren otro tipo de fenómenos (infestación, seducción, posesión, etc.), además de que constituye una falta contra el Primer Mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.
Cuando recurrimos a “alguien” para que, con su “poder”, haga lo que de suyo le correspondería a Dios mismo, estamos sin duda alguna poniendo a Dios en un segundo plano. Aún la llamada “magia blanca” no tiene su fundamento en Dios. Su “fuerza” proviene de otra fuente diferente a Él.
Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satanás o a los demonios, la evocación de los muertos (…), la consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia… están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temas amoroso, que debemos solamente a Dios”.
¿Charlie Charlie verdaderamente es lo que dice ser? Probablemente no, pero la actitud cristiana correcta es rechazarlo, aún y si se trata de un juego. Abrir la puerta a estos fenómenos puede ser algo peligroso, además que no va de acuerdo con el testimonio cristiano que debemos dar.
La oración es la ayuda en las dificultades
La preocupación por el futuro siempre será algo natural a los seres humanos, pero no es la forma correcta de resolverla. Para leer “los signos de los tiempos”, esos susurros con los que Dios nos habla en la vida y que nos ayudan a descubrir Su voluntad, no hay nada como la oración individual cotidiana (que es una auténtica plática con Dios, no solo un repetir palabras o leer a toda velocidad), la dirección espiritual (abrirle mi corazón a un sacerdote para que me guíe en el camino de la perfección), la lectura asidua de la Biblia, la vivencia de los Sacramentos… y, ¿Sabes qué es lo mejor de todo eso que te sugiero? Que es gratis, está al alcance de tu mano y es el testimonio correcto del cristiano.

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