domingo, 8 de mayo de 2011

Y la Virgen sopló



En México hay un programa de televisión que se llama la “Rosa de Guadalupe”. Es, hasta cierto punto muy conocido y se transmite por televisión abierta a prácticamente toda la República.
Básicamente el esquema (confieso haber visto algunos capítulos) del programa es el siguiente: se plantea una problemática cualquiera (drogas, abuso sexual, secuestro, que un joven le “baja” la novia a otro, uno dedicado a la influenza, etc.) sobre la que se desarrolla la historia. Hay siempre una persona devota a la Virgen de Guadalupe (que en México tiene una devoción ampliamente extendida) que reza constantemente para pedir la solución del problema, que poco a poco se va enredando hasta el clímax televisivo (digamos… llevado hasta el extremo).
Cuando todo parece perdido, hay una intervención “divina”: se escucha una música “celestial”, y frente a una imagen (pintura, foto, escultura) de la Virgen de Guadalupe se materializa a partir de un rayo de luz una rosa, el protagonista (que sufre el problema) percibe un viento (de ahí el nombre de la entrada) lo que significa que ha habido una intervención de la Virgen de Guadalupe para solucionar el problema totalmente. Tras unas cuantas escenas, como en los cuentos de hadas, todos vivieron felices por siempre.
El programa es extenso, así que les dejo sólo la parte final de un capítulo, el cual misteriosamente tiene mucha similitud con el de un artista mexicano llamado Kalimba acusado de tener relaciones sexuales con una menor (¿así o más mediático?).


En lo personal, creo que este programa representa un buen esfuerzo de la televisora para valerse de la religiosidad popular y de la extensa devoción a la Virgen de Guadalupe para aumentar el rating: pone, la verdadera devoción y la verdadera intervención divina al nivel de los “milagros a granel”.
La verdadera devoción mariana no es aquella que consiste exclusivamente en rezar y rezar y rezar: quien en verdad se dice mariano debe imitar las virtudes que la Virgen tiene, debe saber que Ella es el camino hacia su Hijo Jesús; de hecho la auténtica devoción nos debe llevar a una unión más profunda con Cristo.
Algunas veces reducimos la religión a exclusivamente a la oración, y se nos olvida que no basta con decir “Señor, Señor” para entrar al Reino de los cielos: hay que hacer la voluntad de Dios (Mt 7,21). Con esto no quiero decir que no hay que hacer oración, al contrario, hay que hacer y mucha, pero no solo la oración es signo de una verdadera vida cristiana: hay que llevarla a la vida, a la conversión.
El prototipo de la intervención mariana lo encontramos no en la Rosa de Guadalupe, sino en las Bodas de Caná (Jn 2,1-11) y la médula la encontramos en esta frase: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). No se trata exclusivamente de las instrucciones para llenar las tinajas con agua (que se convertiría en vino), sino de un mensaje más profundo: la intervención mariana (la devoción a Ella) forzosamente nos lleva a vivir con más profundidad la fe, a actuar de acuerdo a lo que Él nos dice a través de la Biblia y del Magisterio de la Iglesia. Si nos fijamos en la imagen de la derecha, Ella aparece como en un segundo plano a un lado de Jesús... esa es la pedagogía del arte.
No basta, insisto, no basta con rezar y prometer que vamos a cambiar, la auténtica devoción es la que reza y cambia, la que no espera el “milagro” (la Rosa o el vientecillo) para ser diferente, sino la que pone el esfuerzo desde el interior para llevar una vida conforme a la voluntad de Dios.
Los milagros son intervenciones extraordinarias de Dios en la vida de los hombres. Con extraordinario me refiero a eso, que está fuera de lo ordinario, que no es regla común, que no es una intervención cada cinco minutos; no es Dios quien tiene la función de enmendar mis errores, soy yo quien debe hacerlo. Él me dará la gracia, la fuerza para que pueda lograrlo, pero en todo momento la iniciativa y el esfuerzo es mío. San Agustín solía decir que “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, lo que significa que, sin el esfuerzo personal, sin la conversión que brota del convencimiento que uno debe cambiar y sin el esfuerzo consiguiente, no podemos esperar que el cambio suceda sólo con rezar.
Regresando al programa televisivo, no deja de ser eso, producto de la pluma de un escritor, que con buenas o malas intenciones da una caricatura de la auténtica devoción: la Virgen se dedica a enmendar los errores que cometemos, y ese solo hecho es suficiente para realizar un cambio radical en la persona. Insisto, no es así de fácil ni tampoco hay una intervención divina cada cinco minutos… Dios interviene siempre en mi vida, cada día es una oportunidad para ser mejor, para enmendar mis errores partiendo de mi esfuerzo (y Él me prestará su ayuda… no al revés).
Un último detalle antes de concluir: de acuerdo con la moral católica, las relaciones sexuales fuera del matrimonio son pecado, no por ser relaciones sexuales, sino por ser fuera del matrimonio. Si analizamos el “mensaje” final del capítulo, se tocó el tema de la veracidad y de “verificar que la otra persona será mayor de edad” (para evitarse el lío legal)… ¿Pero y del otro punto?

2 comentarios:

  1. Los programas de ese estilo al que refieres, se han explotado desde varias aristas. "Touch by an angel" es una muestra de ello, donde también la intervención divina desenlaza en un mejor porvenir.

    En Venezuela, hubo una serie sobre un médico que hizo milagros (José Gregorio Hernández). algo más o menos similar en cuanto a temática.

    Saludos Toño

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  2. Hola Manuel:

    Efectivamente, explotar el sentido religioso de un pueblo es un negocio muy redituable... la gente necesita creer pero no quiere comprometerse: no hay nada más cómodo que un milagro en el que con sólo rezar se soluciona todo lo que yo hice.

    saludos!

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