domingo, 23 de enero de 2011

¿Libro Divino o humano?

“La Biblia es considerada el libro sagrado de varias religiones y es la misma para todos”. Eso es lo que usualmente creemos, aunque en realidad, sea falso. Hay detalles (a veces aparentemente pequeños e inofensivos, pero con trascendencia enorme) que hacen que no todas las Biblias sean iguales. Aquí es cuando surge la pregunta, ¿Cuál es la verdadera?
Para afrontar esta pregunta (y sin el ánimo de descalificar o de entrar en una discusión estéril) en las siguientes entradas del blog pienso abordar algunos temas relativos a la Sagrada Escritura que pocas veces tenemos la oportunidad de conocer.
Algo en lo que todas las religiones están de acuerdo, es que se trata de un libro “inspirado por Dios”. Miguel Ángel, en los frescos que pintó en la célebre Capilla Sixtina, nos muestra a los lados de cada profeta un ángel que representa este hecho.
¿Significa entonces que un ángel o Dios mismo en persona dictó a cada uno de los escritores de la Biblia (llamados hagiógrafos, del griego “escritor sagrado”) lo que debían escribir?
La respuesta, por más que nos sorprenda, es no. No es un dictado, es una moción, una verdadera inspiración. Por ejemplo, los artistas conciben una idea en su mente y la plasman en obras bellas (bueno, casi todos… últimamente el arte bello está escaseando y sólo queda el “arte” contemporáneo), le dan forma a esa inspiración o idea que concibieron. De la misma forma, el escritor sagrado ni recibe un pergamino directamente del cielo ni tampoco transcribe un dictado, tan sólo plasma por escrito esa inspiración.
Cabe señalar que el hagiógrafo es alguien escogido por Dios, alguien que tiene relación cercana con Él (no es cualquier hijo de vecino), es un hombre de oración y de experiencia de Dios y, por tanto, es dócil a sus inspiraciones.
Pero aquí surge un segundo problema: ¿Y si se equivoca? ¿No le hará caso a otra fuente de inspiración? Para resolver esta cuestión, sale a la luz el término “inerrancia” (no se equivoca).
Grabado de Gustave Doré.
Durante mucho tiempo, y de forma errónea he de decir, se consideró absolutamente imposible que la Biblia “se equivocara”. Así, si decía que el sol salía y el sol se metía, o que Josué ordenó al sol “detenerse” (Jos 10,12), entonces era que el sol se movía (si no, ¿Cómo se detendría?). Criterios como éste fueron usados para desechar las teorías heliocéntricas (la tierra gira alrededor del sol) y otras muchas teorías científicas más que han resultado verdaderas.
¿Entonces sí se equivoca la Biblia? Nuevamente, la respuesta es no. Hay que entender cuál es la finalidad de Ella para saber qué debemos buscar ahí:
  • No es un libro de historia, puesto que no ofrece los datos científicos que cualquier libro decente haría.
  • No es un libro de astronomía.
  • No es un libro de botánica, zoología, ciencias naturales, matenáticas, etc.
  • Es un libro de salvación. Es una historia, sí, pero salvífica: relata cómo Dios ha buscado salvar al hombre del pecado, cómo Él ha entrado en nuestra historia y nos ha elegido con amor (el nos hace referencia a todos los hombres).

La Biblia no se equivoca, repito, en el mensaje que quiere transmitirnos: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Ti 2,4). No es la verdad de la ciencia (para eso está la razón), es la verdad de Dios, del fin último del hombre, de lo que es el Bien (y para eso, la ciencia poco puede ayudarnos).
Dios se asegura que el hombre escribe (inspirado) todo y sólo aquello que Él quiere (inerrancia), porque de lo contrario, su mensaje llegaría distorsionado hasta nosotros, su mensaje estaría corrompido y no lograría su finalidad. Quien tome a la Biblia como libro de texto de cualquier ciencia, está en un error garrafal.
De este modo, inspiración e inerrancia van de la mano. La garantía, si podemos verlo, es Dios mismo. Él es quien envía su mensaje y procura que llegue bien. Científicamente no hay forma de demostrarlo, porque es algo que escapa a lo sensible (la ciencia necesita datos que obtiene por los sentidos, sin ellos no puede operar), y aquí es cuando se requiere nuevamente el ala de la fe.
 Se ha comparado al escritor sagrado con la pluma (cada vez más en desuso) en las manos del escritor, pero a mí no me parece tan afortunada la comparación, puesto que la pluma es un instrumento totalmente pasivo, que simplemente hace lo que le manda la mano y no aporta más que la tinta, pero la idea y la forma literaria con la que se plasma, es enteramente de la persona.
En el caso del escritor sagrado, en cambio, él no es un instrumento totalmente pasivo en manos de Dios: aporta su cultura, su historia, su lenguaje, su experiencia de Dios, su propia vida; todos estos elementos los usa para plasmar el mensaje de Dios, lo reviste de humanidad. Al final, y respondiendo a la pregunta que lleva por título esta entrada, es un libro divino (y por lo tanto, verdadero en el qué), escrito por humanos (esto es el cómo).
¿Por qué la Biblia no dice nada de la clonación? No me imagino a Moisés (hace más de 3000 años) hablando a los hebreos sobre la clonación o sobre las células madre o sobre tantos temas modernos que difícilmente una persona de esa época pudiera entender: Dios dirige su mensaje a través de una persona concreta, que tiene unas características muy bien definidas, una historia, un idioma, en fin, una cultura completa que lo envuelve, y entonces el mensaje no puede interpretarse correctamente si no se toma en cuenta la fotografía completa. Esta es la primera razón por la que no todas las Biblias son iguales, porque no todas toman en cuenta la foto completa.
En la siguiente entrada, abundaré más sobre la importancia de la cultura en el escritor y daremos un breve paseo histórico sobre la “redacción” de la Biblia.
Fragmento del Códice Sinaítico

2 comentarios:

  1. Toño:

    La Biblia como bien dices es la forma de transmitir el mensaje de Dios. No puede ser leído como el resto de los libros, porque no es tal.

    A lo largo de la historia se ha tenido muchos problemas para su interpretación, que ha dado por resultado importantes sismas dentro de la religión. Eso tampoco significa que una u otra sea la verdadera religión. Seguimos estando bajo el mismo Dios.

    Las interpretaciones y las traducciones incluso hoy conociendo esto, siguen siendo materias de durisimos debates que lejos de acercar posiciones las alejas.

    Saludos buena entrada como siempre

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  2. Efectivamente Manuel, la interpretación de la Biblia es un tema sumamente delicado, que ya en los inicios representaba un problema (los libros "apócrifos" que a su tiempo abordaré).
    Como Palabra que es de Dios, no se equivoca, pero cuando notros la interpretamos, es cuando tenemos el riesgo de equivocarnos y desviarnos incluso del contenido original que el mismo Dios quería. Pienso en comportamientos que respeto pero no comparto, como la negativa a la atención médica o a la transfusión sanguínea por parte de algunos grupos.

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