domingo, 16 de enero de 2011

BEATO JUAN PABLO II


La semana pasada, había propuesto como tema de las siguientes entradas una reflexión acerca de la Biblia, sin embargo, en vista de la reciente noticia de la beatificación del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II, he decidido aplazar una semana el inicio de la reflexión.
La BBC publicó la noticia con el título “Juan Pablo II, beato por vía rápida”. El título nos da la falsa de idea de un “atajo”, de apresuramiento, de un saltarse procedimientos, pero en realidad uno de los procesos más minuciosos, delicados e importantes dentro de la Iglesia es precisamente el proceso de canonización (es decir, inscribir a una persona en la lista de nombres de los santos).
Ordinariamente, para iniciar una causa (así se le llama al proceso de canonización de una persona), deben pasar cinco años desde la muerte, pero el Papa puede dispensar (principalmente por la fama de santidad de la persona) este período. Así sucedió, por ejemplo, con la beata Teresa de Calcuta y con Juan Pablo II. La dispensa Papal no significa saltarse requisitos, puesto que solamente autoriza a iniciar el proceso antes de los cinco años, nada más.
Anteriormente (me refiero a antes del siglo V), los santos eran canonizados por simple aclamación popular (como lo que vimos cuando los funerales de Juan Pablo II: “santo súbito”), pero a partir del siglo V, la aclamación popular debía ser respaldada por el obispo del lugar. Fue sólo hasta el año de 1234 que las canonizaciones se reservaron al Papa.
El protocolo actual indica que primero debe haber una fase diocesana (que en este cuso tuvo lugar entre junio de 2005 y abril de 2007), ya sea por virtudes heroicas, ya sea por martirio. Me enfocaré en el caso de las virtudes heroicas.
En la Diócesis donde falleció el candidato (en este caso, Roma), el postulador de la causa reúne y presenta toda la información para promover la beatificación de la persona a la que se llamará desde ese momento “Siervo de Dios”: biografía, escritos (publicados e inéditos), una lista de personas que puedan testificar sobre la vida del fiel, las razones para avalar la petición, etc. Se debe hacer énfasis en las virtudes que vivió cotidianamente: las personas pueden hacer actos notables durante su vida, pero eso no significa que sean virtuosos (hay que recordar que una característica de la virtud es la constancia).
Acto seguido, la Diócesis nombra a los teólogos que revisarán todos los escritos del Siervo de Dios para verificar que no haya nada contrario a la y a la moral en ellos, y, en caso de que no haya nada contrario, se toma declaración bajo juramento a los testigos.
Una vez que se ve viable continuar con el proceso, el Obispo nombra un tribunal, en el cual una de las figuras importantes es el “promotor de justicia” (lo que conocemos como abogado del diablo), el cual no se encarga de “enlodar” al candidato, sino de conocer la verdad sobre su vida: tanto lo bueno como lo malo. El objetivo final es descubrir si la persona vivió las virtudes cristianas (en especial la fe, la esperanza y la caridad) heroicamente. Esto último no es sinónimo de “aparatoso”, sino de la vivencia cotidiana de las virtudes a pesar de las dificultades.
Después de interrogar a los testigos nuevamente (si es posible obviamente) y concluido el análisis de las virtudes y de los escritos, si el Obispo lo ve conveniente, puede concluir la fase diocesana del proceso y enviar a la Santa Sede toda la documentación para iniciar la “fase romana”.
En Roma, el análisis es muy minucioso y riguroso: se requieren dos elementos para que el candidato sea nombrado beato: constatar sus virtudes (nuevamente, ahora por una comisión de teólogos y una de Cardenales) y la obtención por su intercesión de un milagro.
El año 2009, el 19 de noviembre, el Papa después de escuchar a los teólogos y Cardenales, promulgó el decreto sobre la heroicidad de las virtudes de Juna Pablo II, a quien a partir de ese momento se le pudo llamar “Venerable”. Esto significa que vivió en grado heroico las virtudes pero de ninguna forma autoriza que se le rinda culto en celebraciones litúrgicas.
Pero falta el segundo paso, más difícil y meticuloso: el milagro. Para reconocerlo, son necesarios dos aspectos: científico (que sea sensible, inexplicable por la ciencia) y religioso (que haya sido realizado por intercesión del candidato). Nuevamente vemos jugando juntas a la fe y a la razón.
Para el aspecto científico, se necesita que el milagro pueda ser comprobable por los sentidos. Por ejemplo, una persona que cambia de conducta por intercesión de alguien no es un milagro válido para la canonización (porque es moral, no puede ser científicamente auditable). Lo más frecuente suelen ser los milagros médicos, ya que son los más susceptibles de ser sometidos a un riguroso estudio científico, en este caso por una comisión de cinco prestigiosos médicos, los cuales pueden ser o no creyentes.
La comisión debe definir si la curación puede o no ser explicada por causas naturales (de acuerdo con el estado actual de la ciencia y lo que se prevé sea el estado futuro). Más de la mitad de los milagros, al ser atribuibles a causas naturales, son desechados. Esto no significa necesariamente que no haya sido un milagro, sino que no es útil para el proceso.
Si la Comisión Médica define la curación como inexplicable, se turna a una comisión de teólogos y a una de Cardenales, quienes deberán determinar si se dio por intervención del Venerable Siervo de Dios. Si por ejemplo, pedí el milagro por intercesión de un santo y de otra persona, y me es concedido, el milagro no sirve para el proceso porque no es posible determinar a quién de ellos se le debe atribuir la intercesión.
Si las tres Comisiones (Médica, Teológica y Cardenalicia) determinan la validez del milagro, sólo resta que el Papa Decrete la beatificación de la persona (lo cual sucedió para este caso el 14 de enero de 2011).
¿Qué significa la beatificación? La persona es un ejemplo, un modelo de vida que podemos imitar, la forma con que vivió sus virtudes habla de un seguimiento más próximo de la vida de Jesús, indican que procuró vivir el Evangelio más allá de la observancia de los 10 mandamientos: que buscó ser perfecto. Como muestra de ello, intercedió ante Dios por una persona en concreto (milagro), lo que d alguna forma garantiza el favor de Dios hacia él.
A partir de la Beatificación (que sucederá el domingo 1 de mayo de 2011), ya puede darse culto público (es decir, en celebraciones litúrgicas) en Templos, comunidades, diócesis determinadas (lo que no obsta que en otros lugares se pueda dar).
Para la canonización (el reconocimiento explícito de la Iglesia de que una persona es santa, es decir, está en el cielo) se necesita un milagro más, pero ocurrido después de la beatificación. Cabe señalar que esto implica la infalibilidad del Papa (el hecho de que en ciertos temas él es asistido por el Espíritu Santo de forma que no se puede equivocar), por lo cual el proceso se vuelve más riguroso y delicado.
Juan Pablo II en Cuba
En concreto, la pronta beatificación de Juan Pablo II más que hacernos pensar en una “vía rápida”, nos debe hacer recordar los hechos característicos de su vida. Yo tuve la oportunidad invaluable de haber estado en la primera misa que el celebró en Cuba y haber “sentido” su llegada con una oleada de paz (que un ataque de histeria colectiva no creo hubiera podido transmitir). Sabíamos que había llegado porque nos sentimos embargados por una sensación de paz, de tranquilidad, de una alegría que brotaba del interior, de la presencia de Dios.
La vida de Juan Pablo II (independientemente de los errores que tuvo, pues es humano) se caracterizó por el seguimiento de Cristo con un mayor compromiso, de una vida verdaderamente ejemplar. Recordemos los últimos momentos de su vida, cómo vivió con valentía y amor el sufrimiento. No queda más que la certeza que “la vía rápida” no fue omitir pasos, fue el testimonio de santidad dado por Juan Pablo II.
Algunas de las ligas que consulté:

5 comentarios:

  1. Toño:

    2 veces vi de cerca a Juan Pablo II en Venezuela, en la primera visita que hizo y en Madrid, cuando canonizo 5 santos españoles en 2003.

    A veces y quizás no sea el caso del anterior Papa, impresiona que hay ademas de la aclamación, otros intereses....

    Saludos

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  2. Manuel, sin duda debió haber sido una gran experiencia... con respecto a lo otro que mencionas, no sé si te refieres al Papa (que no deja de ser humano), a la multitud (muchas veces fanáticas) o al momento de la visita...

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  3. Toño,

    Me pareció muy interesante éste tema, en lo personal la actitud ante las cosas y la vida de Juan PabloII siempre me ha resultado admirable.

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  4. Veo con pena que borraste mi comentario sin siquiera refutarlo (es que no se puede refutar verdad?), lastima. saludos

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  5. Estimad@ Cyza:
    Borré su comentario porque no permito links externos al blog, por aquello del spam. Si usted gusta, puede exponer aqui su argumento y lo podemos platicar, ya que por la misma razón no lo revisé.
    Un cordial saludo

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