domingo, 14 de agosto de 2011

Ritos iniciales



Cuando nosotros vamos a una comida, podemos distinguir cuatro momentos: cuando llegamos y saludamos a todas las personas (introducción), en seguida comenzamos la conversación (nos preparamos para la comida, no es “ya llegué, sírvanme”), luego comemos (es el motivo central) y al final, nos despedimos.
La Misa es la Cena Pascual, es donde Cristo se nos da como alimento. A ella vamos a alimentarnos y a hacer comunidad. En ella distinguimos cuatro partes: Ritos iniciales, Liturgia de la Palabra, Liturgia Eucarística y Rito de conclusión, los cuales coinciden con las cuatro partes de una comida. A continuación iremos analizando brevemente las partes de la Misa, explicando algunos signos que en ella se manejen.

Ritos iniciales.

Su finalidad es el introducir a la asamblea a la contemplación del Misterio, es prepararlos para “celebrar dignamente estos sagrados misterios”. Sus elementos son:

a)    Canto y procesión de entrada.
El fin del canto de entrada es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos hacia Dios. La procesión significa acercarse hacia el altar, hacia la mesa donde se ofrecerá el Sacrificio de Cristo, a semejanza de la Iglesia que peregrina hacia el cielo. Desde aquí (y no desde las lecturas) es donde empieza la Misa. ¿A poco llegaremos tarde al cielo también?

      b)    Veneración al altar.
El altar es el símbolo principal de Cristo: El altar es Cristo, pues Cristo es al mismo tiempo sacerdote (pues es quien ofrece el sacrificio), víctima (se ofrecen su Cuerpo y su Sangre) y altar (en la Cruz). Por eso el sacerdote lo honra con un beso y una reverencia. También, en algunas ocasiones, lo inciensa.

    c)    En el nombre de Padre... y el saludo.
Comenzamos nuestra celebración en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Nos reunimos en el Nombre del Señor, en su Nombre Trinitario (Padre, Hijo y Espíritu Santo), recordando nuestro bautismo (fuimos bautizados en Su nombre). Respondemos Amén, pues deseamos que así sea, esa es la verdad que profesamos.
El sacerdote, en cualquiera de las fórmulas, termina diciendo: “... esté con todos ustedes”. Cristo nos aseguró (Mt 18,19) que donde dos o más nos reuniéramos en su nombre, ahí estaría Él. Por eso, en medio de nuestra Asamblea reunida está presente Cristo.
Este saludo nos ayuda a tomar conciencia de que somos una comunidad, no estamos aislados, y que nuestra comunidad se realiza en torno a Jesús. La Misa no tiene sentido si no hay comunidad, es decir, muchos piensan “a qué voy a Misa si Dios está en todos lados”… sí, pero no debemos olvidar que nuestra fe es compartida, somos “Iglesia” (que en griego significa reunión de lo convocados).

d)    Acto penitencial.
Así como para comer nos lavamos las manos (o se supone que lo hacemos), para celebrar dignamente los sagrados misterios debemos reconocer nuestros pecados (lavar nuestra alma). No es cualquier cosa lo que haremos, vamos a participar del altar de Dios, vamos a ponernos en su presencia y por eso es que debemos purificar nuestro corazón (dichosos los limpios de corazón, pues ellos verán a Dios). Se le llama acto penitencial porque borra los pecados veniales (para los mortales, la única vía sigue siendo confesarnos). Hay cuatro formas de hacer el acto penitencial:
·   Formulario 1: Yo confieso... Pedimos perdón a Dios por los pecados que hemos cometido, pecados de pensamiento (lo que hemos pensado y consentido), palabra (lo que hemos dicho), obra (lo que hemos hecho) y omisión (lo que hemos dejado de hacer). Recurrimos a la intercesión (mediación) de la Virgen, de los ángeles, de los santos y de cada uno de los presentes en la Misa.
·   Formulario 2: es una petición de perdón al Señor, pues hemos pecado contra Él. Le pedimos nos muestre su misericordia y nos dé su salvación, que no merecemos.
·   Formulario 3: Los “tropos”: Se pide perdón al Señor Jesús (Señor, en griego es Kyrios: Dios) en seis ocasiones: “Tú que resucitaste para salvar el mundo, Señor ten piedad...”. de esta manera lo reconocemos como señor del Universo y le pedimos perdón.
·   Aspersión del agua bendita: Se trata de recordar nuestro santo bautismo y, por medio de la aspersión del agua, recibir el perdón de las faltas veniales.

e)    Gloria a Dios en el cielo.
Esta doxología (Fórmula de alabanza a la divinidad) es de origen griego, se canta y se recita en los domingos (excepto Adviento y Cuaresma), las solemnidades y las fiestas y en algunas ocasiones especiales. Se inspira en el canto de los ángeles el día de Navidad y se alaba con él a la Trinidad: al Padre (por su inmensa gloria, expresándole nuestra reverencia y devoción), al Hijo (Cordero de Dios e Hijo del Padre, suplicándole piedad y misericordia) y al Espíritu Santo.

f)     Oración colecta.
Colectar es recoger, juntar. En esta oración, Cristo, en la persona del sacerdote (el sacerdote actúa “in persona Christi”), ora al Padre por el pueblo que se ha congregado. En esta oración el sacerdote “colecta” (junta) las intenciones privadas de los fieles orantes. Para eso es el silencio que hay entre la invitación “Oremos” y la oración. El pueblo responde Amén, pues desea que se cumpla lo que se pidió.
Con esto, terminan los ritos iniciales y comienza uno de los dos “platos fuertes” de nuestra celebración: La Liturgia de la Palabra.

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