domingo, 13 de febrero de 2011

¿Dónde está el original?

Códice Sinaítico

Nunca he tenido la oportunidad de estar frente al documento original del Acta de Independencia de México, pero estoy seguro que hacerlo sería una experiencia maravillosa. No porque las copias que se han hecho no valgan, sino porque pensar en el momento histórico completo, en los actores involucrados y en los sucesos posteriores me ayuda a valorar mejor la independencia de la que gozamos.
Tal vez, en algún momento, nosotros hemos pensado, ¿dónde están los documentos “originales” de la Biblia? Es decir, queremos saber si en alguna biblioteca se encuentra el pergamino donde Moisés escribió “de su puño y letra” el libro del Génesis, o en donde san Juan escribió su Apocalipsis.
La mayoría cree, erróneamente, que dichos documentos se guardan celosamente en el Vaticano, o en Jerusalén, o en algún museo británico (ya que ellos tienen la costumbre de coleccionar artículos de otras culturas). Digo erróneamente porque hay un “pequeño” detalle: no existe el documento original. Lo repito, no existe ningún pergamino, manuscrito, estela o lo que se le parezca que haya sido escrito por el autor de cada libro.
Entonces, ¿de dónde viene nuestra Biblia? ¿Cómo sabemos que es verdad lo que dice y que no se le han agregado cosas? Para eso vienen a nuestro rescate los códices, papiros, leccionarios y versiones y claro, la crítica bíblica, rama científica de la teología bíblica que se encarga de estudiar dichos documentos y discernir el contenido “original”.
Los idiomas originales del Antiguo (AT) y Nuevo Testamento (NT) son:
  1. Hebreo: Casi todo el AT, con excepción de algunos pasajes.
  2. Arameo: Algunos pasajes de Esdras y Daniel fueron escritos en esta lengua que sustituyó al hebreo aproximadamente el siglo VI.
  3. Griego: Algunos pasajes de Daniel y Ester, los libros de la Sabiduría, el Segundo de los Macabeos, y todo el Nuevo Testamento. Hay una traducción del AT llamada de los LXX (porque, de acuerdo con la leyenda, fueron 72 ancianos los que la tradujeron por separado pero con resultado idéntico) que se realizó en Alejandría de Egipto en el s. III a.C. para los judíos egipcios de habla griega.
Como podemos apreciar, NO hay ningún libro escrito en latín ni mucho menos en inglés, francés, alemán, etc., por lo que, al revisar una Biblia, si ésta dice “traducida del inglés” (o alguna lengua no-original), podemos asumir que es la traducción de una traducción (y será menos fiel que una traducida directamente del idioma original).
Moisés (Miguel Ángel)
Se estima que hacia el año 1000 a.C. se realiza la primera puesta por escrito de algunos fragmentos del Génesis, Éxodo, Levítico, Deuteronomio y Números (el Pentateuco), lo cual significaría que el original tendría aproximadamente 3,000 años, sin el tratamiento adecuado dudo mucho que pudiera sobrevivir tanto tiempo. Los últimos libros se escribieron en el año 100 ó 150 de nuestra era (Apocalipsis y la Segunda Carta de Pedro). Pero aún no he respondido a la pregunta ¿Cómo ha llegado a nosotros la Biblia?
Si bien no existen originales, sí tenemos disponibles copias de los originales en el idioma original: una vez que el o los escritores (pues algunos libros, como Isaías tienen más de un autor, pero eso lo abordaremos en otra entrada) realizaron su redacción, se hicieron copias de las mismas para poderlas leer en las reuniones de oración.
De esas copias, a su vez, se hicieron otras, y así siguió la cadena hasta nuestros días. Pero entonces, ¿Qué o quién garantiza que no se haya desvirtuado? Por un lado, tenemos al Espíritu Santo que, al ser Él quien ha transmitido su Palabra, continúa asistiendo a los transcriptores para que no traicionen el texto original, pero por otro lado, entran en acción los estudiosos de la Biblia.
Las copias más antiguas e importantes de las que disponemos son las siguientes:
  1. Manuscrito de Leningrado: data del año 1009, es el texto más antiguo de la Biblia en hebreo completo.
  2. Códice de Aleppo: De Damasco, de alrededor del año 930. Mutilado en 1947 por disturbios antijudíos. Está en hebreo.
  3. Códice del Cairo: del año 895, recopila los libros de los profetas, también en hebreo.
  4. Los fragmentos de Qumrán: comunidad esenia cercana al Mar Muerto, tiene manuscritos del s. III a.C. al I de nuestra era que contienen fragmentos de casi todos los libros del AT y fragmentos del NT. Fueron encontrados en 1947 y ayudaron a verificar la fidelidad de las demás copias. Están en hebreo.
  5. Códice Vaticano: al parecer proviene de Egipto o Cesarea de Palestina, y fue copiado en el s. IV. Le faltan los primeros 46 capítulos del Génesis, algunos salmos y cartas del NT. Resguardado en la Biblioteca Vaticana y está escrito en griego.
  6. Códice Sinaítico: Al parecer tiene el mismo origen geográfico y la misma fecha que el anterior, contiene el NT completo y el AT con lagunas. Descubierto originalmente en el monasterio de Santa Catalina, al pie del monte Sinaí (de ahí el nombre del Códice), se “repartieron” las hojas del mismo en el British Museum (la mayoría), en Leipzing y en el mismo monasterio. Actualmente está en marcha un proyecto muy importante de digitalización del contenido. En el siguiente link ustedes pueden ver el manuscrito digitalizado, su transcripción en griego y, para algunos versículos, su traducción al inglés: http://www.codexsinaiticus.org/en/manuscript.aspx 
  7. Códice Alejandrino: en griego, del s. V, actualmente en el Museo Británico. Contiene AT y NT con muchas lagunas.
Captura de pantalla de la página del Códice Sinaítico

Lo que la crítica textual (bíblica) hace es comparar cada uno de los textos anteriores (junto con traducciones antiguas como la Vulgata de san Jerónimo) y buscar la redacción más fiel, en base a la antigüedad, autoridad y coincidencias de los manuscritos, apoyándose claro está en elementos lingüísticos de las lenguas originales.
Más que preocuparnos las inexistencia del manuscrito original, debemos valorar nuevamente nuestras traducciones que disponemos, que son fruto de un arduo trabajo científico, pues créanme, no es cosa de poca monta hacer un estudio tan exhaustivo y con tanta delicadeza como éste: se requiere un conocimiento profundo de las lenguas originales (hebreo, arameo y griego) que ya no se hablan en la forma que tenían en ese tiempo, también de la cultura, historia, geografía propias de cada época, así como el estudio de cada uno de los códices y documentos para poder hacer una edición que busca fidelidad al original. Ocasionalmente encuentran “diferencias” entre los códices (uno dice “los”, otro “estos” y uno más simplemente lo omite), pero esto no afecta el fondo, el contenido, el mensaje, sólo la forma.
En las siguientes entradas profundizaremos más en el cómo estos textos han llegado a nosotros y abordaremos un asunto controvertido: los escritos apócrifos, tema de discusión de películas, libros y revistas.
Gran parte de esta entrada lo saqué del libro “Escucha Israel” del Dr. Carlos Junco Garza.

2 comentarios:

  1. Hola Toño:
    Al fin la ventana de comentarios se abre.
    Nunca había pensado sobre los originales de la Biblia. Si sabía que algunos de sus libros habían sido escrito en los idiomas que enumeras. Creo que el teto original del libro que más me gusta de la biblia (el apocalipsis), fue en griego.

    De los libros apócrifos...mucha tela que cortar.

    Saludos Toño

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  2. Hola Manuel:

    Efectivamente, el Apocalipsis fue en griego, puesto que estaba destinado a las comunidades convertidas al cristianismo que estaban distribuídas en el imperio romano y eran de habla griega, con la finalidad de consolarlas durante la perscusión de los emperadores romanos.
    En cuanto a los apócrifos, mucha tela qué cortar, pues en el transfondo hay muchas aristas que los hace ser especiales...

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